"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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21-01-2015 |
Syriza-Podemos: la esperanza se construye caminando
Por Jean Batou
El 29 de diciembre, Antonis Samaras, el jefe del Gobierno conservador griego de Nueva Democracia (ND), no logró reunir los 180 votos necesarios para que su candidato a la Presidencia de la República, el antiguo comisario europeo para el empleo Stravos Dimas, fuera elegido, lo que provocó la convocatoria anticipada de las elecciones legislativas para el próximo 25 de enero. En estos momentos, las encuestas otorgan a Syriza y a su programa anti-austeridad, presentado por Alexis Tsipras en Salónica el pasado 13 de septiembre, entre el 27 y el 28% de la intención de voto.
Un programa de urgencia
¿Qué plantea Syriza? De entrada, medidas a favor de los sectores sociales más desfavorecidos en el terreno de la alimentación, la atención sanitaria, la energía, vivienda, los transportes, jubilaciones, etc.; en segundo lugar, medidas fiscales (exoneración fiscal a las rentas inferiores a 12 000 euros, fiscalizar las grandes fortunas de bienes raícesen lugar de a la pequeña propiedad y anulación de la deuda de las personas insolventes); creación de 300 000 empleos en el sector público, en la economía social y solidaria y en el sector privado; el restablecimiento de los convenios colectivos, situar los salarios al nivel que tenían antes de la crisis y la extensión de las prestaciones por desempleo; y por último, la creación de un Banco de desarrollo público.
Para financiar semejante programa, cuyo costo estimado se sitúa entre 11,5 y 13,5 millardos de euros anuales, Syriza anuncia su voluntad de reclamar los impuestos atrasados a los sectores adinerados, luchar contra el fraude y la evasión fiscal y, también, contra el contrabando. A todo ello también le añade su firme voluntad de anular una gran parte de la deuda pública griega, que alcanza la cifra de 300 millardos de euros (el 175% del PIB), mayoritariamente considerada como ilegítima y cuyos intereses absorben 10 millardos de euros cada año, sin hablar de su amortización.
Romper el muro de la austeridad
La puesta en pie de este programa de urgencia implica trabajar por la unidad de la izquierda en dirección al PC (KKE) y a la coalición de extrema izquierda Antarsya y no hacia las pequeñas formaciones de centro-izquierda o a los tránsfugas del PASOK. Y, sobre todo, necesita también reforzar la movilización y el control popular sobre el proceso, así como el impulso de una solidaridad activa a escala europea. Syriza cuenta actualmente con menos de 50 000 adherentes, pero su principal aliado es la movilización social.
La emergencia de nuevas fuerzas políticas anti-austeridad en Europa del sur, como Syriza y Podemos, capaces de recoger entre el 20 y el 30%, e incluso más, de las intenciones de voto superando al binomio conservadores/social-demócratas y, por lo tanto, estar potencialmente en situación de constituir gobiernos alternativos, constituye un signo de los tiempos. Muestra que es posible elegir una vía alternativa a la capitulación ante los dictados de la burguesía europea y de sus instituciones. Pero para construirla es necesario rechazar de entrada toda alianza política con la social-democracia, a diferencia de lo que actualmente hace el PCF en Francia, Izquierda Unida en el Estado español y Die Linke en Alemania, a nivel local o regional.
¿Refundar la social-democracia?
La llegada al poder de Syriza, y quizás Podemos en un próximo futuro en el Estado español, abrirá nuevas perspectivas para las fuerzas anticapitalistas europeas y pondrá de actualidad una cuestión estratégica central como es la naturaleza del enfrentamiento actual con el capitalismo. ¿De qué se trata: de refundar un proyecto social-demócrata auténtico, abandonado por los dirigentes de los partidos socialistas actuales, para dar a la construcción europea un nuevo contenido social y ecológico o, por el contrario, se trata sobre todo de iniciar un proceso revolucionario en el que el reto fundamental continúa siendo la ruptura con el capitalismo y la creación de un nuevo orden social?
Para el sociólogo italiano Luciano Gallino, que apoya a Sinistra Ecologia e Libertà (SEL) -una agrupación surgida de Rifondazione Comunista, de la izquierda del Partido Demócrata y de los ecologistas- estas nuevas fuerzas no hacen sino retomar el hilo de un programa reformista para el desarrollo de una Europa social y ecológica. “ En su conjunto - escribe en La Reppublica del 16 de diciembre pasado- los dos programas de Syriza y Podemos, parecen ser más sólidamente social-demócratas, concretos y adaptados a la situación actual de la UE y a sus causas, que lo que ningún otro partido europeo haya logrado expresar hasta ahora”.
No basta con tener un gobierno de izquierda
Quienes actualmente defienden en Europa este tipo de perspectivas invocan a menudo el balance positivo de los gobiernos progresistas de Venezuela, de Bolivia o de Ecuador, cuyas conquistas sociales y democráticas a lo largo de estos 10 o 15 últimos años han hecho que las líneas se muevan profundamente en America Latina. Ahora bien, hay que señalar que hasta el presente estos avances se han limitado a la redistribución de la riqueza producida, mientras la propiedad capitalista, por lo demás extremadamente concentrada, apenas se ha tocado. Lo que, por otra parte, constituye una de las razones de su vulnerabilidad, ya que las clases dominantes no se desarman, siempre exigen la cancelación de las medidas adoptadas por todos los medios, y cuentan con el apoyo del capital, de las presiones de los mercados y del poder político-militar del imperialismo de EE UU.
Sin negar en absoluto la importancia de sus éxitos políticos, que pueden abrir el camino a medidas anticapitalistas más radicales, también tenemos que entender sus límites. Si no están acompañados de una profundización de las movilizaciones populares y su auto-organización para tratar, también, de modificar las relaciones de propiedad en los sectores claves de la economía -la propiedad de la tierra, de la gran industria, de las cadenas de distribución y las finanzas- corren el riesgo de detenerse y de que asistamos a retrocesos brutales en un plazo más o menos breve.
Hay que poner en cuestión el capitalismo
En efecto, la profunda regresión social que vivimos a escala planetaria desde el fin de los años 1970 no es, fundamentalmente, el resultado del giro neoliberal de la social-democracia o de los gobiernos progresistas del Sur salidos de las experiencias “tercermundistas”. Su causa esencial se encuentra en la naturaleza del capitalismo globalizado tal y como se ha configurado desde hace cuarenta años. Y los márgenes de maniobra política en el marco de este sistema son cada vez más estrechos.
Sin ninguna duda, Syriza y Podemos muestran el camino; por ello debemos comprometernos en impulsar, sin reserva alguna, una movilización europea para apoyarlos contra “ todos los poderes de la vieja Europa que se han unido en santa cruzada para acosarlos” como dice la famosa fórmula de Marx y Engels en el Manifiesto Comunista . Es cierto que su éxito se debe a la ira de las poblaciones del sur de Europa que, más que ninguna otra en el viejo continente, sufren en propia carne el incremento de las desigualdades sociales y la degradación brutal de sus condiciones de vida.
¿Reforma o revolución?
Ahora bien, esta indignación no viene acompañada aún de una consciencia política sobre los verdaderos retos que plantea la confrontación actual. Por ello, la unidad y la autonomía del movimiento social, comenzando por las de los trabajadores y trabajadoras, tiene una importancia capital. Solo la proliferación de experiencias en el terreno de las luchas permitirá que cada vez sectores sociales más amplios comprendan la necesidad de una ruptura con el capitalismo y con el Estado burgués. Las premisas para ello se desarrollan en la acción (a través de ocupaciones, expropiaciones, control popular, etc.), poniendo en cuestión la propiedad privada y, también, a través de la experiencia del poder popular. Efectivamente, la lacerante cuestión que divide al movimiento obrero desde, por lo menos, un siglo y medio -¿reforma o revolución?- no puede resolverse más que en la práctica, en la defensa intransigente de las necesidades y aspiraciones de la gran mayoría.
Por todo ello, debemos reflexionar, en particular con la izquierda de estas corrientes, sobre cómo avanzar a partir de la victoria de un gobierno anti-austeridad a la construcción de una alternativa radical al capitalismo. Actualmente, hay pueblos que nos muestran hoy el camino, pero la consolidación de su éxito depende también de su capacidad para movilizarse “ para que la inmensa mayoría que no es consciente de su propia fuerza logre imponer todo su peso” (Louise Michel). Un desarrollo semejante de la lucha de clases por la base, aunque sólo se de en un país o dos, tendría incalculables repercusiones a nivel europeo y mundial.
Fuente: http://www.democraciasocialista.org/?p=4141
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